EL ORO DE LA LEÑA
Un derviche vio un día en sueños una reunión de maestros,
discípulos todos del profetaElías. Les preguntó:"¿Dónde puedo adquirir
bienes sin que me cuesten nada?"Los maestros lo condujeron entonces a
la montaña y sacudieron las ramas de losárboles para hacer caer la fruta.
Después, dijeron:"Dios ha querido que nuestra sabiduría transforme estos
frutos, que eran amargos, enaptos para el consumo. Cómelos. Se trata desde
luego de una adquisición sincontrapartida." Al comer aquella fruta, el
derviche sacó de ella tal sustancia que, aldespertar, quedó pasmado
de admiración."¡Oh, Señor! dijo, ofréceme, también a mí, un favor
secreto."Y, en el mismo instante, le fue retirada la palabra y su
corazón quedó purificado."Aunque no hubiese otro favor en el paraíso,
pensó, éste me basta y no quiero ningunomás."Ahora bien, le quedaban dos
monedas de oro que había cosido a sus vestiduras. Sedijo:"Ya no las
necesito puesto que, en adelante, tengo un alimento especial."Y dio
estas dos monedas a un pobre leñador pensando que esta limosna
le permitiríasubsistir durante algún tiempo. Pero el leñador iluminado por
la luz divina, había leído ensus pensamientos y le dijo:"¿Cómo puedes
esperar encontrar tu subsistencia si no es Dios quien te
la procura?"
El derviche no comprendió exactamente
lo que quería decir el leñador, pero su corazónquedó entristecido por
estos reproches. El leñador se le acercó y depositó en el suelo elhaz de leña
que llevaba al hombro. Después dijo:"¡Oh, Señor! En nombre de
tus servidores cuyos deseos escuchas ¡transforma esta leñaen oro!"Y, al
instante, el derviche vio todos los troncos brillar como el sol. Cayó
al suelo sinconocimiento.Cuando volvió en sí, el leñador dijo:"¡Oh,
Señor! En nombre de los que empañan tu fama, en nombre de los que
sufren,¡transforma este oro en leña!"Y el oro volvió al estado de leña. El
leñador volvió a echarse el haz al hombro y tomó elcamino de la ciudad. El
derviche quiso correr tras él para obtener la explicación de estemisterio, pero
su estado de admiración, así como su temor ante la estatura del leñador
lodisuadieron de ello.¡No formes parte de esos tontos que dan media vuelta
una vez que han adquiridointimidad con el sultán!
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